De tanto fingir que era otro ante los demás, cuando estaba solo no era nadie.

- ¿Por qué hemos venido al zoo? Siempre decías que era un lugar terrible y yo te creí cada vez que lo repetiste. No quiero estar aquí.
- Hoy quiero enseñarte algo. Mira allí, ¿ves el león?
- Sí papá. Lo veo.
- ¿Ves cómo todo el mundo lo mira sonriente y le saca fotos?
- Sí.
- Ahora quiero que te fijes un poco más arriba, ¿puedes ver el gorrión apoyado en la valla?
- Lo veo.
- ¿Y qué más observas?
- Que nadie lo mira.
- ¿Y acaso el gorrión parece estar triste porque no le hagan fotos a él?
- No papá.
- Pues para esto te he traído, para enseñarte que no es más feliz quien consigue más atenciones o reconocimientos, sino que uno es feliz cuando es quien es, y sobre todo, cuando es libre de serlo. Así que hijo mío, cuando el día de mañana te preguntes a qué quieres dedicar tu vida, piensa antes de responderte en este gorrión.

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