No dejaba que le regalaran flores; le entristecía cuando se marchitaban, decía... y lloraba desconsolada cada vez que tenía que enterrar algún pétalo.
Yo, que se las regalé; yo, que además me quedé después de hacerlo, supe que lo que verdaderamente le molestaba, era que no fuesen las flores quienes la enterraran a ella.
Yo, que se las regalé; yo, que además me quedé después de hacerlo, supe que lo que verdaderamente le molestaba, era que no fuesen las flores quienes la enterraran a ella.
Foto extraída de: http://margaretfeinberg.com/wp-content/uploads/2012/09/Gift-of-sadness.jpg. La frase que da título es de Sir Peter Alexander Ustinov
ResponderEliminarComo una buena novela, el final no te lo esperas.
ResponderEliminarEnhorabuena
Como una buena novela, el final no te lo esperas.
ResponderEliminarEnhorabuena