Vimos pasar los años
y les dijimos adiós con la mano
como si no pensásemos subir nunca en ellos.
Escribimos certezas con v
y solo nos quedaron bes para beberlas
En lugar de para vivirlas,
y nos atragantamos con cada una de las faltas de ortografía
que separaban tu “amarre”
de mi “te amaré”
También hubo vinos, muchos vinos
pero escasearon los ¿vienes?
Y las resacas fueron trisacas y cuatrisacas
que siempre soportábamos a solas
y a lunas,
incapaces ya de volver a romper el hielo
ni de volver a pegarlo.
Pero, aún así, seguía dando frío….
Nuestros nombres grabados
ardiendo en las astillas de un fuego
que había querido ser solo árbol,
seguía dando frío…
Nuestros nombres ardiendo
en las astillas de un fuego
que pronto sería solo rescoldos,
en las astillas de un fuego
que pronto sería solo rescoldos,
seguía dando frío...
Y en ese precioso momento, recordé
que estaba su corazón hecho de madera.
Precioso!
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