Había tantas manchas, que dejé de distinguir qué parte era mora y cúal camisa

De esta, lo olvido - pensé victoriosa, mientras le preparaba a otro, un café al gusto que él me había dejado.

Cómo haber sabido entonces, que solo un mes después, me estaría preguntando con quien olvidaba a quien...

Nunca volvió a ser blanca la camisa, pero...  ¿y lo que me favorecía el morado en primavera?

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