Somos ciegos que pueden ver, pero que no miran



- Un paso a la derecha. Es que justo han dejado unas flores en mitad de la calle. Son azules, tan bonitas que parecen estar aún vivas; puede que las hayan plantado y no mueran nunca...

Hay también dos abejas, las polinizan con delicadeza, acariciando sus pétalos sin rasgarlos, como si bailaran la música que se escapa de sus alas. ¿Te imaginas que un día probemos su miel? –Y antes de que pudiera terminar la frase “Miel de flores azules” al grito de -¡Cuidado!- la chica de gafas oscuras, la sacudió, evitando que su pie cayera en el error que un obrero había dejado en mitad de la acera.

- Pero… ¿Cómo has podido…? A caso…

- Si, lo he visto y también la bolsa de basura de antes. Pero déjame creer que son flores- Volviendo a colocarse las gafas y a su inicial postura sumisa e ingenua, rogó- Continua.

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