En plena luz no somos ni una sombra.


- Me voy.

- ¿Cómo te vas a ir? ¡Si eres mi sombra!

- Tu no necesitas sombra, ya tienes el respaldo de una silla; total... para lo que te levantas...

- ¿Cómo puedes decir eso? Si hago cosas interesantísimas

- ¿A sí? ¿Podrías entonces hacer esto?- preguntó a su cuerpo mientras saltaba haciendo muecas.

A duras apenas este la imitó.

- ¿Y esto?- preguntó mientras saltaba a la pata coja y reía.

- ¡Claro!- Dijo el cuerpo que tenía más orgullo que habilidad.

- ¡Esto! ¡Esto seguro que no lo puedes hacer!- Provocaba la sombra, bailando.

También lo repitió, así como el movimiento siguiente y el siguiente a este...

Así, poco a poco, se fueron tornando los papeles para justicia de la sombra y alivio del cuerpo, que dejó que le robara la vida, porque tener una sombra feliz, era lo más cerca que había estado de serlo.

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