Los príncipes azules destiñen más que las caperucitas rojas


- Ella nunca buscó un cazador para el lobo.

- ¿Podía matarlo ella sola, quieres decir?

- ¿Matarlo? ¡Al contrario!, las caperucitas que yo admiro son capaces de enamorar, sin tan siquiera querer, a los lobos más fieros.

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