El diario de su vida sin mi



Habíamos cumplido su sexagésimo noveno “primer beso” el día que murió. Tanto lloraba con las páginas de la despedida, que de un tiempo a esa parte ya sólo le leía las páginas más bonitas de su diario.

Hubiera olvidado el número exacto de veces que lo hice, sino fuera porque tuve que mentirle otras tantas; cada vez que me preguntaba “¿Aquella mujer eras tú, verdad?” Nunca lo fui.

Comentarios