
Salí del despacho con la cautela que me producían las noches y me dirigí a la sala de impresoras.
-¿Hola?- dije lo suficientemente alto como para que cualquiera en la planta hubiese podido oírme.
-Creo que una impresora se ha quedado atascada- añadí.
No obtuve por respuesta más que el estridente ruido de cada copia, acompasadas y sumisas escribían sin firmar cientos de hojas. Luego volví uno de aquellos papeles, luego otro y otro hasta que no me quedó bandeja por mirar. Todos ellos escondían lo mismo, era mi cara; estaba muerta.
-¿Hola?- dije lo suficientemente alto como para que cualquiera en la planta hubiese podido oírme.
-Creo que una impresora se ha quedado atascada- añadí.
No obtuve por respuesta más que el estridente ruido de cada copia, acompasadas y sumisas escribían sin firmar cientos de hojas. Luego volví uno de aquellos papeles, luego otro y otro hasta que no me quedó bandeja por mirar. Todos ellos escondían lo mismo, era mi cara; estaba muerta.
Comentarios
Publicar un comentario