Aparte y punto.


Me gustan las frases sueltas, 
tan libres y despeinadas, 
tan coquetas; 
con sus ganas de todo 
y sus apariencias de nada, 
con esa forma tan imperfecta 
que tienen de romper el silencio.

Quizás es por el miedo 
que me aleja de los puntos y aparte, 
o tal vez por la desconfianza 
que me sugieren las comas; 
tan frías y calculadas, 
tan preocupadas por la respiración 
y tan alejadas de los suspiros. 

Sea por lo que sea, 
me gustan las frases sueltas.

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