Un día más

Un día más

¿Qué ocurriría si en lugar de tachar el calendario
y considerar el fin de la jornada un día menos,
contásemos los días como un premio,
como una medalla, en la que cada 24 horas naciese una estrella?

¿Qué ocurriría si siguiésemos viviendo pese a la incomodidad
y enseñásemos a nuestros jóvenes que la felicidad no tiene por qué esperar?
Que el malestar no termina con los meses, ni con los exámenes, ni con la carrera.
Tampoco con la salud.
Que las desgracias no respetan la primavera.
Y que el sol de una playa nunca ha matado a la tristeza.

Enseñémosles que la alegría pocas veces viene sola
y que hay tantos caminos para encontrarla como personas.
Que los diferentes no somos peores, sino complementarios
y que, si tenemos que señalar a alguien con un lazo azul,
¡que sea a los intolerantes!

Enseñémosles que las personas mayores importan,
y que la actual riqueza es más suya que nuestra.
Que el dinero no mueve el mundo,
que el mundo se mueve solo,
sí, sólo,
sin seres humanos, también.
Y eso también hay que enseñárselo,
porque sólo sabiéndolo se podrá elegir entre volver a la rutina
o dar una vuelta a lo común para hacerlo normal.
Tenemos que saber que los animales han regresado a su casa,
y que cuándo volvamos a ocúparsela muchos no sabrán a dónde huir.

Enseñemos que no son sólo los títulos, sino el esfuerzo
y que tanto SANITARIOS, como LIMPIADORES o AGRICULTORES
se pueden escribir en femenino y masculino,
pero, sobre todo, se han de escribir en mayúscula
y en plural…

Enseñémosles que nos morimos,
Porque nos morimos, carajo,
Nos morimos…
Al menos, no nos matemos…

Y entre tanto, me pregunto:
¿qué ocurriría, si aprovechásemos esta pandemia
para aprender a ser un poquito más felices?

Así que antes de hacerlo otra vez,
pensad que contar los días
como si estuviésemos cumpliendo sentencia
no hace más que convertir la vida,
en una pena.

Por eso, yo seguiré repitiendo:
Un día, más.